El 23 de abril se celebra el día de San Jordi, una de las festividades más representativas de Cataluña. Si este día andáis por Barcelona, veréis multitud de puestos de libros y rosas.
Es curioso porque San Jordi es el mítico San Jorge, aquel caballero cristiano que salvó a una princesa de las garras de un terrible dragón. ¿Cómo ha llegado la sangre de dragón derramada a convertirse en tinta impresa? Es fruto de una de esas curiosas carambolas que se dan en la esfera de las tradiciones.
Seguro que conocéis la leyenda, pero vamos a hacer un resumen: Jorge, hijo de un oficial romano y una cristiana, se enroló en las legiones y fue destinado a Nicomedia (Asia Menor) por orden del emperador Diocleciano. Cuando el emperador promulgó un edicto que promulgaba la persecución de los cristianos Jorge se negó, lo que le valió la condena a muerte y el martirio.
Pero la historia más conocida de este soldado es, sin duda, la de su lucha contra el dragón de Capadocia (en la actual Turquía). La leyenda cuenta que la feroz bestia aterrorizaba la región, por lo que los temerosos lugareños decidieron darle diariamente en sacrificio dos corderos para evitar ataques. Cuando los corderos se acabaron no les quedó otra que ofrecer humanos. Estos sacrificios se ofrecían por sorteo, pero curiosamente nunca tocaba a ninguno de los integrantes de la familia real, por lo que una turba furiosa se hizo con la hija del rey y la ofreció al monstruo.
Quiso Dios que, de camino a la guarida del dragón, la princesa se encontrara con el soldado Jorge que, furioso por los sacrificios, decidió intervenir. No nos vamos a alargar con los detalles de la lucha, pero finalmente Jorge ganó la batalla y desde entonces su hazaña es conocida y celebrada no solo en Cataluña, también en países como Inglaterra, Bulgaria y Portugal.
Uno de los detalles de la historia cuenta que la sangre derramada de la bestia se convirtió en una rosa que el caballero entregó a la princesa. Y con este detalle comienza la celebración de San Jordi pues los hombres de Cataluña, convertidos en caballeros por un día, regalaban rosas a sus enamoradas princesas recordando la leyenda.
Bien… ¿y los libros? Una moderna leyenda cuenta que tanto Shakespeare como Cervantes murieron el mismo día, casualmente un 23 de abril de 1616. No es algo del todo cierto, pues Cervantes murió el 22 y fue enterrado el 23; y Shakespeare lo hizo cuando Inglaterra todavía no había adoptado el calendario gregoriano, por lo que realmente el bardo habría dejado este mundo el 3 de mayo. Si acaso el único autor que verdaderamente murió un 23 de abril de 1616 fue el Inca Garcilaso de la Vega, nacido en Perú. Bajas aparte, se acabó adoptando esta fecha como “Día Internacional de Libro”.
A tenor de esto cualquier lector pensará si no es un poco “incorrecto” que los hombres regalen una sencilla y etérea rosa mientras ellas deben obsequiar con un duradero y profundo volumen. Afortunadamente las cosas han cambiado y a día de hoy los hombres regalan, además de la flor, el libro.
Dado que San Jorge es el patrón de Cataluña y esta comunidad ha dado grandes literatos como Joseph Pla (que, por cierto, también murió un 23 de abril), Eduardo Mendoza, Ana María Matute o Rosa Regás es lógico que sea una de las jornadas grandes para todos los catalanes.