Las hogueras de San Juan de Alicante son muy a menudo tenidas por “las hermanas pequeñas” de las fallas de Valencia. De hecho bastantes personas son las que afirman que, si no se pueden ver las de Valencia, siempre quedan las de Alicante.
Una rápida búsqueda de información puede hacernos creer que las hogueras son algo así como una versión veraniega de la fallas: también hay una “plantá” durante la cual se colocan las figuras que arderán, cada día tiene lugar un espectáculo pirotécnico o “mascletá”, igualmente hay una ofrenda de flores a la virgen y del mismo modo las figuras arden la noche de la “cremá”.
Sin embargo la fiesta que tiene lugar la noche del 24 de junio merece que nos detengamos un momento a observar esos detalles que la hacen única y completamente distinta. A grandes rasgos, y que nos perdonen algunos, podríamos decir que mientras las fallas tienen un sentido satírico las hogueras de Alicante representan el “arte por el arte”.
No exageramos: las primeras Hogueras ardieron allá por el año 1928, época del auge del modernismo o “art nouveau”, una corriente que quería llevar la belleza a lo cotidiano y democratizar el arte (en la mente de todos están las obras de Alfons Mucha). Las Hogueras tomaron elementos de este arte, desde sus líneas elegantes y sinuosas hasta la filosofía en la que primaba lo estético por encima de lo significativo. Al ver las figuras que arderán en la hoguera podemos comprobar su sensualidad puramente artística.
Los artistas dedicados a las hogueras insisten en que su trabajo es más libre que el del artista fallero: pueden dar rienda suelta a su creatividad y retarse a sí mismos con formas complicadas y barrocas. Sus esculturas no tienen por qué tratar un tema determinado y el afán de burla pasa a un segundo plano: lo que importa es el reto de construir algo bello o incluso algo excesivo. Insistimos: el arte por el arte.
Otro detalle que llama la atención es el color: las hogueras en ese aspecto son más “discretas”. Si las comparamos con las fallas veremos que las valencianas tienen unos colores más vibrantes mientras que las alicantinas tienen otros más discretos y suaves. ¿Se trata de un inconsciente rasgo diferenciador? La respuesta es más sencilla de lo que esperamos: la luz es más intensa en verano, por lo que el mismo efecto colorista puede conseguirse con tonos menos intensos.
Por último destacaremos un aspecto que, si bien es directo, pocas veces es advertido: la importancia del ninot. Mientras en las fallas valencianas los muñecos son el elemento principal, en las hogueras no son tan importantes. Incluso podemos encontrarnos con alguna en la que directamente no haya y sólo sea un bonito pero cuidado escenario.Hay muchas más diferencias sutiles que el visitante descubrirá en cuanto ponga sus pies en Alicante la noche de San Juan. Por supuesto, recomendamos asistir tanto a las fallas como a las hogueras. Pero recordemos que estamos en junio… y ahora lo que toca es deleitarse y, ¿por qué no? Sufrir un poco con la quema de los monumentos. Esta vez sí que podemos decir que, por mucho que se repitan, las hogueras son un espectáculo único.
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