Menciones a la cultura española han aparecido en numerosas ocasiones en series y películas extranjeras. Sin embargo, hay que “coger con pinzas” muchas de estas presencias porque parecen sacadas de la mente de alguien poco dado a buscar documentación. Para que no os confundan hemos creado una pequeña lista con las creencias más absurdas, polémicas…en fin, aquellas que nos sonrojan.
1. Creer que la cultura española es como la de una sola región. En la práctica vendría a decir que, por mucho que se empeñen algunos, España no es una Andalucía gigante en la que todos bailamos flamenco. Ejemplos de este error hay muchos pero nos llamó la atención la de un serio documental de la BBC Two en el que aparecía el presentador dando un paseo por el monte Igueldo, en San Sebastián (País Vasco) mientras la banda sonora nos deleitaba con un inconfundible rasgueo flamenco de guitarra. Es como si hiciéramos un documental de un viajero paseando por Londres y, de repente, se pusiera a sonar “Flower of Scotland”.
2. Confundir ambientes y paisajes. Este es especialmente molesto para varios colectivos o países. Por ejemplo, en un episodio de Cómo conocí a vuestra madre Ted Mosby cuenta que estuvo en España durante una temporada: en la secuencia vemos cosas tan delirantes como una bailarina de tango vestida con traje de flamenca o mariachis en Barcelona, lo que viene a decir que esos guionistas nunca habían estado en España, pero tampoco en Argentina o México. Igualmente en Bones los protagonistas pasaban su luna de miel en una ciudad de Buenos Aires que más bien parecía La Habana. Pongamos a un protagonista de La que se avecina diciendo que estuvo en Boston y lo pasó muy bien participando en un campeonato de tiro de boomerang mientras tomaba una pinta de Guinness en Camden Town. ¿A que fastidia?
3. Exagerar un comportamiento hasta que se queda en tópico: es decir, cuando algo típico se exagera hasta que resulta ridículo. Ahora nos viene a la cabeza el caso de un capítulo de la serie de dibujos japonesa Shin Chan en el que la familia del protagonista se sorprendía porque Barcelona se paralizaba después de comer debido a la siesta. Esos hábitos han quedado para los fines de semana. Hoy ningún español sestea un día de diario. ¿A que ninguno de los lectores piensa que en Japón se hace la ceremonia del té todos los días?
4. Pensar que a todos nos gusta el flamenco. La mayoría de los españoles reconocen el valor cultural del flamenco, pero de ahí a que todos seamos amantes de ese género media un abismo. Así que un sentimiento contradictorio nos invade cuando un cantante internacional decide meter sonidos flamencos a esa canción cantada en español para vender más a nuestros compatriotas. Sería tan arriesgado como decir que en toda Alemania gusta el canto tirolés.
5. Confundir manifestaciones culturales, llegando a mezclarlas. Si hubiese un actor-productor que se llevase el oscar a la confusión ese sería Tom Cruise: en Misión Imposible II llega a mezclar las Fallas con la Semana Santa y en Knight & Day llega a situar los sanfermines en Sevilla cuando sólo se celebran en Pamplona. Salvando las distancias, es como si pusiésemos a una familia estadounidense trinchando un pavo durante San Patricio.
6. Ligar nuestra sociedad a un ambiente atrasado. Por alguna razón que desconocemos a menudo se liga el hecho de tener cultura hispana o latina a países subdesarrollados. Veríamos un incomprensible ejemplo en la serie hipster Portlandia, en la que Fred Armisen y Carrie Brownstein simulaban estar en un cibercafé de Salamanca en el que los equipos eran prehistóricos y las mesas tenían unos extraños manteles bordados. ¿A que a nadie se le ocurriría retratar una Suecia en la que todo el mundo se dedica a la pesca del arenque?
7. Confusión entre los diferentes modos y acentos de hablar el español. Por muy cuidada y bien documentada que esté la inclusión de un hispanohablante en una película o serie hay que tener en cuenta que un acento erróneo puede dar al traste con toda una trama. En España fue particularmente recordado aquel capítulo de CSI Nueva York en el que aparece un agente de la policía autonómica catalana con un marcado acento cubano. ¿Recordáis las críticas que recibió Kevin Costner cuando interpretó a Robin Hood sin ser capaz de imitar correctamente el acento inglés?
8. Desconocimiento de las grandes obras de nuestra cultura. Algunas producciones se han alzado sobre hombros de gigantes… ¡para saltar como salvajes sobre ellos! Algunas veces hemos visto que se hace por conveniencia; como en ese capítulo de Los Tudor en el que el maestro Holbein elabora para el rey Enrique VIII un cuadro de una cortesana que se parece demasiado a La Venus del espejo, de Velázquez; y otras veces por puro desconocimiento, como en una serie de dibujos de los años 80 en la que un niño soñaba ser como Don Quijote y nos mostraba al hidalgo como si fuese un caballero de una historia de fantasía. Agradecemos que se hayan basado en nuestra cultura, pero sería como si nosotros diésemos por cierta esa teoría que dice que Shakespeare era en realidad un autor español que huía de la Inquisición.
9. Colocar estereotipos de otros países. Se parece al punto 2, pero no es lo mismo porque molesta un poco más. Un ejemplo proverbial es del aquel episodio de MacGyver en el que el protagonista libera a una geóloga de las garras de un grupo guerrillero vasco. Suponemos que los guionistas sólo conocían- y encima mal- los grupos guerrilleros de Latinoamérica; así que plantaron un campamento vasco en medio de una selva tropical con cabañas y hasta plátanos. Algo que resulta ofensivo tanto para España como para otros países americanos. Se nos ocurre que sería como decir que Chicago está llena de mafiosos que bailan la tarantela y hablan moviendo las manos como posesos.
10.Cualquier palabra inventada que termine en “o” es una palabra española y existe. Algunas veces los autores se han dejado llevar por la tentación de crear un personaje hispano y le han puesto el nombre que mejor les sonaba sin tener en cuenta algo tan básico como su existencia. Por ejemplo: en los cómics de Daredevil aparecía un villano español disfrazado de torero llamado “El Matador” cuyo verdadero nombre era Manuel Eloganto, un apellido que ni existe en nuestro idioma; pero el que más nos ha extrañado es ese conquistador español que apareció en los cómics de Indiana Jones y que se llamaba Vasco de la Posco pues ni sabemos qué es un “Posco” ni por qué esta palabra tiene género femenino. Quizá nos pueda responder ese historiador británico que nos acabamos de inventar y que responde al nombre de Will Gromenauer.
Aquí lo tenéis. Perdonad nuestro tono en algunos de estos apartados; pero creemos que así entenderéis bien cómo nos sentimos con ciertos tópicos mal entendidos. Eso, sí; para que nos disculpéis os invitamos a venir a conocer la verdadera cultura de España con nosotros.