Probablemente una de las facetas de la cultura española más reconocidas internacionalmente, el flamenco es una forma apasionada de música que tiene su origen en las culturas del este de Europa. Se creó a lo largo del tiempo en en comunidades gitanas de las ciudades y pueblos españoles, donde cogió forma en casas, reuniones y bares.
Hoy en día la esencia del flamenco sigue residiendo en la actuación en directo, ya que los intérpretes se alimentan de la energía del público... y viceversa. Cuando se asiste a un espectáculo de flamenco, hay una serie de figuras cruciales sobre el escenario que, juntas, se animan mutuamente mientras intentan crear una conexión emocional con la audiencia.
En primer lugar, el cantaor comienza a cantar a voz en grito canciones intensas de amor y pérdida. El guitarrista, o tocaor, le acompaña y complementa la fuerte voz del cantaor. La parte más vistosa del espectáculo es, sin duda, los bailaores y bailaoras de flamenco, normalmente chicos y chicas jóvenes que golpean el suelo, arrastran sus tacones y dan vueltas con una pasíon fiera, casi violenta. Puede que haya otras personas en el escenario, que aportan el jaleo dando palmas, golpeando el suelo, chasqueando sus dedos y jaleando a los demás intérpretes.
Asistir a un espectáculo de flamenco es una forma maravillosa de entrar en contacto con una parte fascinante de la polifacética cultura de España. Una experiencia inolvidable llena de colores vibrantes, pasión encendida y una música verdaderamente única.