Si quieres descubrir cómo era la opulenta vida de la corte española hacer una visita al Palacio de Aranjuez no te defraudará. El palacio y la ciudad aledaña están a unos 48 kilómetros al suroeste de Madrid, y la excursión merece la pena.
El lugar comenzó a tomar su aspecto presente durante el siglo XVI, bajo el reinado de Felipe II. Los prestigiosos arquitectos Juan de Herrera y Juan Bautista de Toledo fueron llamados y se les encargó un elaborato palacio en la línea de Versalles en Francia. No se terminó hasta el reinado de Felipe VI y, algún tiempo después, Carlos III decidió añadir dos a las nuevas al edificio. El palacio, que tiene cientos de exuberantes habitaciones de suntuosa decoración, está rodeado de extensos jardines, un bello entorno y unos alrededores apacibles, considerados los jardines más importantes de la dinastía de los Austrias.
Durante muchos años a partir de su construcción, el palacio -considerado la residencia veraniega del rey- y sus alrededores estaban reservados para la realeza y sus familiares, lo que quiere decir que la ciudad a su alrededor se fundó bastantes años más tarde. Desde que fue abiertos al público, el magnífico palacio y sus extensos jardines, su bello entorno y la tranquila ciudad de Aranjuez han sido una atractiva parada para los visitantes.