Durante los siglos XVI y XVII Madrid apenas parecía y no se sentía como otras ciudades europeas, un hecho del que los monarcas españoles eran cada vez más conscientes. Poco a poco se fueron construyendo nuevos edificios y, gracias a los Borbones, Madrid fue poco a poco transformándose en una ciudad; sin embargo, fue Carlos III el que comenzó a dar forma al Madrid que hoy conocemos.
Carlos III vio un gran potencial en la ciudad, y tenía grandes planes para su futuro; por suerte, también tuvo la ambición y la decisión de hacer que las cosas comenzasen a rodar. Urbanistas y arquitectos fueron convocados en Madrid, y les encargaron la construcción de grandes edificios y de amplias zonas de jardines. La arquitectura se volvió más grande y elaborada, recogiendo influencias de Francia e Italia, y comenzó a tener el aspecto de una verdadera capital.
En una parte de la ciudad se levantó el emblemático Palacio Real, diseñado por los arquitectos italianos Filippo Juvarra y Giambattista Saccheti, mientras que en el extremo contrario la ciudad se expandió más allá del barrio de las Huertas, y hacia lo que había sido un gran prado. Un gran boulevar -el Paseo del Prado- se construyó, y Carlos III lo imaginaba flanqueado por distintos edificios dedicados a la ciencia, de ahí que tanto el Jardín Botánico como el Observatorio Astronómico se encuentran allí. De hecho, el extenso Museo del Prado iba a ser dedicado a las ciencias naturales. A cada lado del Paseo del Prado hay fuentes clásicas inspiradas por Neptuno y Cibeles.
Mientras estés en la zona, también podrás visitar la estación de Atocha y la enorme Puerta de Alcalá. Finalmente, la visita guiada al Madrid de los Borbones no estaría completa sin un paseo por el Parque del Retiro, donde podrás disfrutar del jardín de las rosas, los senderos para pasear, el Palacio de Cristal y mucho más.