Extendiéndose a lo largo de la colina a las afueras del barrio de Gràcia está el Parc Güell, una explosión de pura creatividad e imaginación extravagante. diseñado por Antoni Gaudí, el más famoso de los arquitectos modernistas de Barcelona, fue un proyecto encargado por el Conde Eusebi Güell, quien imaginó una ciudad-jardín modélica con una comunidad de 60 casas para gentes pudientes. Al final, sólo se levantaron dos casas, y en los años 20 el proyecto pasó a manos del ayuntamiento, que lo convirtió en un parque público.
El parque se divide en dos secciones principales, cada una de las cuales ejemplifica de distinta manera la creatividad estética única y la peculiar concepción de la arquitectura en la obra de Gaudí. La parte de arriba son unos jardines mediterráneos cruzados por senderos, una zona más natural que también presenta la intervención de Dalí -esculturas, formas, etc-. La parte de abajo es la más famosa del parque, con su enorme lagarto decorativo, estructuras extravagantes, vibrantes mosaicos de azulejo, piedra retorcida y coloridos motivos abstractos. Uno de los elementos más representativos es la espaciosa terraza sobre la columnata, donde está el famoso banco corrido de cerámica a lo largo de todo su borde. Es un lugar perfecto para tomar el sol, mirar a los paseantes y disfrutar de las vistas de la ciudad de Barcelona.
Un viaje a Barcelona sencillamente no está completo sin una parada al Parc Güell. Además, ¡visitarlo es gratis! Lo único que sí cuesta dinero es la entrada a la Casa Museu Gaudí, un museo que exhibe planos y objetos relacionados con el parque así como los muebles y objetos personales del arquitecto, pues estaba convencido de vivir en una de las dos viviendas durante una temporada... esto es, hasta que se dedicó completamente a otro de sus proyectos internacionalmente famosos -y se mudó al lado de él-: la iglesia de la Sagrada Familia.