La cerveza en el país del vino
Si pedimos a cualquier persona que nos diga qué bebida asocia a España es muy seguro que nos diga “vino”. Muy pocos dirán “cerveza”… y eso que tenemos una extendida “cultura de la caña” (ya sabéis: aquellos pequeños vasos y estrechos que tomamos ese néctar amarillo y espumoso cuando quedamos con amigos).
La mayoría de españoles toman cerveza más para refrescarse que para deleitarse, así que hasta cierto punto es comprensible que, pese a la gran cantidad de marcas que hay en España, no hayamos llegado más allá de la archiconocida “rubia” y que términos como “lager”, “ale” o “stout” nos sean ajenos: en todo caso podemos conocer la cerveza negra irlandesa (Stout, por cierto), pero más que nada porque en los pubs irlandeses se sirve una de archiconocida marca.
Afortunadamente las cosas están cambiando, sobre todo gracias a la llegada de numerosas cervecerías artesanales. A menudo se trata de pequeñas empresas lideradas por gente que ha hecho de su hobby una manera de ganarse la vida y que han encontrado distribución en tiendas “gourmet”; también se da el caso de tiendas especializadas abiertas por cerveceros asociados, muchas de las cuales también promocionan sus productos a través de cursos de cata o maridaje.
Esto ha dado lugar a dos curiosos fenómenos: primero, como respuesta al auge de las pequeñas cervecerías cada vez más grandes almacenes e hipermercados tienen secciones dedicadas a cervezas de importación; segundo, que algunas cervecerías artesanas hayan firmado contratos de distribución con grandes almacenes, siendo vetadas por esto en las tiendas que las dieron a conocer.
El de la cerveza artesanal promete convertirse en un sector con bastante tradición en un futuro y un digno caso de estudio en escuelas de negocios.